Por José Alberto Gaytán García*
Según sus organizadores, este inusual premio tiene por objetivo reconocer a los científicos que se distinguen por realizar investigaciones inútiles, absurdas y que jamás se deben de realizar o llevar a cabo y mucho menos repetirse; de ahí, el origen del nombre Ig Nobel, que en ingles significa “innoble”, “ordinario” o “de mal gusto”. Un comité internacional coordinado por la revista de humor científico llamada Annals of Improbable Research, elige a los ganadores de las diez categorías participantes, la lista de los “galardonados” se da a conocer la primera semana de octubre, tal y como lo hace la Real Academia Sueca de Ciencias que otorga los prestigiados premios Nobel.
La ceremonia de gala se realiza en el Sanders Theatre de la Universidad de Harvard, cada categoría triunfadora es presentada por un científico ganador de un Nobel de verdad, por lo que la mayoría de los “galardonados” acuden a recibir su premio y al igual que en la ceremonia de los Nobel de Estocolmo, el “galardonado” pronuncia un discurso de agradecimiento, aunque en este caso lo hace para burlarse de si mismo y ridiculizar la manera tonta en que perdió el tiempo en su investigación. Las ocurrencias y vaciladas de los galardonados logran arrancar las carcajadas de la selecta audiencia integrada por la elite científica de las principales universidades de los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Japón, etc.
Como sucede todos los años con los Nobel verdaderos, los científicos estadounidenses también barren con los Ig Nobel, aunque en la entrega del 2007, científicos de otros países les dieron una dura pelea, como el caso de Juan Manuel Toro, Josep Trobalon y Nuria Sebastián Gallés, de la Universidad de Barcelona, quienes se llevaron el Ignobel en Lingüística por desarrollar un estudio que demostró que la ratas no distinguen cuando un ser humano les habla al revés en idioma danés y japonés.
El de Química se lo llevó la japonesa Mayu Yamamoto del International Medical Center de Japón, por descubrir que el excremento de vaca contiene aroma de vainilla y por desarrollar el método para extraer dicha fragancia. El Ig Nobel de Biología fue para la doctora Johanna E.M.H.van Bronswijk de la Eindhoven University of Technology de Holanda, quien logró clasificar todos los bichos que noche a noche duermen con nosotros en nuestras camas, la lista la integran: ácaros, insectos, arañas, pseudoescorpiones, crustáceos, bacterias, algas, helechos, y hongos. El de Física lo compartieron L. Mahadevan la Universidad de Harvard y Enrique Cerda Villablanca de la Universidad de Santiago de Chile, por sus trabajos de investigación sobre las leyes físicas que intervienen en el proceso durante el cual se arrugan las sabanas.
El premio que más debate humorístico provocó fue el de la Paz, otorgado al Laboratorio Patterson Wright de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, por haber desarrollado una bomba gay que supuestamente al estallar entre las filas enemigas provocaría la homosexualidad y con ello el desorden y todo lo que a usted se le pueda ocurrir en este imaginario terreno, el caso es que los creadores de dicha bomba afirman que con eso se evitarían muchas guerras.
En el pasado se han premiado otras insólitas ocurrencias científicas, como el Ig nobel de Física que se llevó Arnd Lienke de la Universidad de Múnich, quien utilizando la ley de desintegración exponencial logró determinar el tiempo que dura en desintegrarse la espuma de una cerveza o el de Investigación Interdisciplinaria concedido a Karl Kruszelnicki de la Universidad de Sídney en Australia, por realizar un interesante estudio sobre los ombligos del mundo o que le parece el de Ornitología entregado el año pasado a profesores de la Universidad de California por investigar por qué a los pájaros carpinteros no les duele la cabeza si se pasan la mayor parte de su vida dándose de trancazos contra los troncos de los árboles.
La popularidad de estos premios va en aumento y la gente que los organiza cada vez encuentra mayor respaldo entre la comunidad científica del mundo y tanto detractores como simpatizantes coinciden en que los premios, lejos de ser una vacilada o una parodia de los Nobel, son la base de futuras investigaciones serias y una forma noble de promover un interés mayor por la ciencia y la tecnología.
Ojalá que en octubre del 2008 científicos mexicanos sean parte de la selecta audiencia que invitan al Sanders Theatre de la Universidad de Harvard y que después de celebrar y pasarla bien con la elite científica del mundo, viajen a Estocolmo, Suecia, a recibir un premio Nobel, pues no olvidemos que hace mucho tiempo no ganamos nada en materia de ciencia y tecnología. Por otra parte, hablando de buenos deseos, que la armonía, la salud y las bendiciones mayores estén con ustedes en las próximas celebraciones de Navidad y Año Nuevo y que el 2008 sea un año venturoso y prospero para la educación de México.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A26R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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