Por José Alberto Gaytán García*
En días pasados se celebró en Estocolmo, capital de Suecia, la ceremonia de entrega de los prestigiados Premios Nobel que anualmente otorga la Fundación Nobel a los investigadores que se destacan por sus aportaciones científicas en favor de la humanidad.
Cada galardonado recibió, de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, la medalla conmemorativa y la cantidad de 10 millones de coronas suecas, equivalentes a casi un millón y medio de dolaritos. Dicha suma tiene el objetivo de evitar preocupaciones económicas a los premiados y facilitarles el desarrollo de futuras investigaciones, ya que esos fueron los deseos del químico sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita, quien para tal propósito heredó parte de la cuantiosa fortuna que obtuvo con dicho descubrimiento.
En el 2009, como sucede todos los años, investigadores de las mejores universidades de los Estados Unidos “barrieron” con los Premios Nobel; por ejemplo, el de Física lo ganaron los estadounidenses Willard S. Boyle y George E. Smith y el chino Charles K. Kao, conocidos en el mundo científico como “los Maestros de la Luz”, por sus descubrimientos en el campo de la fibra óptica; dichos científicos se llevaron el Nobel por haber inventado un captor de imágenes digitales llamado “Charge Coupled Device”, que es una especie de ojo electrónico que se utiliza en aplicaciones fotografías avanzadas. El Nobel de Química lo ganaron los estadounidenses Venkatraman Ramakrishnan, Thomas Steitz y la investigadora israelí Ada Yonath, por sus trabajos en tres dimensiones sobre las funciones de los ribosomas, conocidos también como “los ladrillos de la vida”, que son estructuras celulares que producen las proteínas del cuerpo humano. El de Medicina, se lo llevaron los estadounidenses Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak, por descubrir nuevas formas del funcionamiento de las enzimas que cubren los telómeros, que son los extremos de los cromosomas, que a su vez son sustancias en forma de pequeños bastoncillos que están ubicadas en el núcleo de las células. Estos trabajos de genética celular ayudarán enormemente a la medicina moderna a combatir el cáncer y otras enfermedades asociadas al envejecimiento celular.
En los últimos cien años las universidades americanas se han llevado prácticamente todos los Nobel, la lista la encabeza Harvard con 24, Stanford 16, el Tecnológico de Massachusetts 16, Chicago 15, el Instituto de Tecnología de California 19, Berkeley 17, Columbia 15 y la Universidad de Princeton 11. Es tan marcado el dominio que tienen en este renglón las instituciones educativas de ese país, que en la lista de las diez universidades que más han ganado estos galardones, ocho universidades son de los Estados Unidos.
¿Y México; cómo nos fue en el 2009?
Esa es una buena pregunta con una mala respuesta: este año no ganamos nada y por tanto, no estamos en la lista de los países que año tras año envían a sus orgullosos científicos a Estocolmo a recibir tan prestigiado premio. Bueno, pero, ¿Por qué no ganamos Nobels?, la respuesta es simple: no ganamos porque no invertimos en ciencia y tecnología y no ganamos porque no tenemos laboratorios equipados con tecnología de punta, ni centros de investigación avanzados como los de Harvard, Yale y demás universidades ganadoras de Premios Nobel.
Existen también otras razones que impiden que México sea una potencia científica. Por ejemplo, el “presupuesto” que se asigna a la mayoría de las universidades, tecnológicos e instituciones públicas de educación superior, solo alcanza para cubrir el pago de la nómina del personal que ahí labora, o sea, no existe una partida o rubro en el presupuesto oficial que asigne recursos para desarrollar proyectos de investigación, ni existen programas de becas de investigación para apoyar a nuestros alumnos investigadores. Así que no hay que ser un genio para entender porque no ganamos Premios Nobel.
Por tales razones, necesitamos con urgencia invertir en ciencia y tecnología, tenemos que construir una nueva sociedad de investigadores capaces de competir con los mejores científicos del mundo, pero tenemos que apresurarnos porque el tren de la ciencia y la tecnología partió sin nosotros hace varias décadas y la única manera de alcanzarlo, es invirtiendo con seriedad en el futuro de México, la ciencia y la tecnología.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A45R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
- Cultura General10 agosto, 2022Michio Kaku: científico del futuro
- Cultura General29 junio, 2020Miguel Alcubierre: viajero de las estrellas
- Cultura General6 abril, 2020Niños brillantes (Segunda parte)
- Cultura General6 abril, 2020Niños brillantes (Primera parte)