Por José Alberto Gaytán García*
Por razones de trabajo, el mes pasado estuve en Ciudad Juárez, la cuarta ciudad más grande del país con un millón y medio de habitantes; debido a su gran movimiento comercial, esta ciudad es la única en México que en los últimos veinte años aumentó su población al doble. La ciudad se fundó en diciembre de 1659 y se llama así en honor al presidente Benito Juárez, quien en 1865 al ser perseguido por las tropas francesas del emperador Maximiliano de Habsburgo, se vio obligado a abandonar la Ciudad de México y a trasladar los poderes de la República al norte del país, hasta finalmente llegar a lo que hoy es Ciudad Juárez. En ese entonces, esta población era conocida como “Paso del Norte”. La historia de México registra el peregrinaje del gobierno de Juárez como la ruta a “Paso del Norte”.
Lamentablemente, la ciudad está envuelta en un terrible espiral de violencia que parece no tener fin. El miedo aquí se respira por todas partes, sin exagerar, les puedo comentar que cuando uno va por alguna avenida de esta enorme ciudad, cada tres minutos se aparece un convoy del ejército, de la policía federal o de alguna otra corporación policiaca; los agentes van cubiertos del rostro con pasamontañas color negro, llevan armas largas apuntando para todos lados y aunque el rostro lo tienen oculto, se percibe que van sumamente tensos y en espera del menor indicio para entrar en acción. El fin de semana que estuve ahí, diariamente las noticias reportaban entre cinco y diez personas muertas en hechos violentos. Las Naciones Unidas consideran a esta ciudad como la más violenta del mundo con 300 homicidios por cada 100 mil habitantes, inclusive, aquí hay más violencia que en Kandahar, una peligrosa metrópoli de Afganistán, que registra 170 homicidios por cada 100 mil habitantes.
La ironía mayor que sucede en esta región es que junto a Ciudad Juárez, pero al otro lado de la frontera, se localiza El Paso, Texas, considerada la ciudad más segura del mundo o una de las más seguras, con solo tres homicidios en el 2010. Aproveché la oportunidad para visitar esta histórica y famosa ciudad donde en 1909 se realizó el primer encuentro entre mandatarios de México y los Estados Unidos; Porfirio Díaz y William Taft, se reunieron por primera vez para tratar asuntos de comercio, así nació la costumbre de los encuentros presidenciales que existe hasta hoy entre mandatarios de ambos países.
Me fui por el oriente de la ciudad para tomar el Puente Internacional Córdova de las Américas, conocido como el “Puente Libre”, uno de los cuatro puentes internacionales que hay para cruzar a los Estados Unidos, crucé en sábado, había una fila de varios kilómetros de carros que esperaban turno para ser revisados por los agentes de migración de los Estados Unidos. Las filas de autos son aprovechadas por cientos de vendedores mexicanos que a lo largo del puente caminan una y otra vez ofreciendo sus productos a los desesperados conductores y familiares que aprovechan el fin de semana para ir de compras al “otro lado” o para dar un paseo por los centros comerciales. Los productos que venden son principalmente: refrescos, aguas, dulces, comida, artesanías, camisetas, cuadros, fotografías, llaveros y una innumerable lista de souvenirs y artesanías hechas en distintas partes del país. En la hora y media que estuve en la fila conté fácil, unos cien vendedores que apurados ofrecían sus productos a los conductores. Algunos vendedores para llamar la atención y vender más se visten de luchadores, chapulines colorados, Juan Diegos, payasos o de algún otro personaje típico de la cultura mexicana. En tiempo de verano, el calor es infernal, ya que es temperatura de desierto y en invierno, el frío es peor, de modo que los estragos del clima se notan de inmediato en los rostros de los nobles vendedores. En este lugar, me encontré dos hermanos, un niño y una niña, menores a los catorce años de edad, su historia es el tema del próximo artículo.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A60R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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