Por José Alberto Gaytán García*
Les comentaba en mi artículo anterior que existe un gran movimiento comercial en los cuatro puentes internacionales que comunican a ciudad Juárez con El Paso, Texas; según cifras del Departamento de Transportes de los Estados Unidos, en el 2009 por este punto fronterizo cruzaron 650 mil camiones de carga, diez millones y medio de vehículos particulares y ocho millones de personas.
En el Puente Internacional Córdoba-Las Américas, tuve oportunidad de platicar con dos hermanos, un joven y una jovencita de 15 y 14 años de edad; cantaban con extraordinaria calidad artística, me comentaron que nacieron en un ranchito ubicado en el municipio de Tlanchinol, estado de Hidalgo, que hace dos años se escaparon de su casa por los maltratos y golpizas que les daba su papá cuando se emborrachaba, que casi era a diario; que a su mamá le iba peor porque al defenderlos recibía la mayor parte de los golpes y maltratos. El abuelo materno que vivía cerca de su casa los protegía hasta donde su salud y fuerzas le permitían, lo cual no era mucho por ser un hombre de edad avanzada.
Fue precisamente el abuelo quien les enseñó a cantar y a tocar varios instrumentos musicales, como el clarinete, la guitarra y el violín, me contaron orgullos que su abuelo fue un gran violinista en un trío de huapangueros huastecos. Los planes de Toribio y Juvencia son juntar 20 mil pesos, que es la cuota que les cobra un “coyote” por pasarlos al “otro lado”, una vez allá, quieren triunfar en la música, juntar mucho dinero y mandar por su mamá y el abuelo.
Cuando mucho, los hermanos hacen o ganan hasta cien pesos diarios trabajando los siete días de la semana, cantan de las siete de la mañana a las siete de la noche sin importar las inclemencias del brutal clima de la frontera, Juvencia y Toribio me contaron que había ocasiones que les iba bien cuando algún gringo o un paisano bondadoso les regala hasta doscientos pesos. Los hermanos estudiaron hasta el primer año de secundaria, me repitieron muchas veces que su sueño era triunfar en la música para mandar por su mamá y por su abuelo, doblegado por la emoción, les regalé cien pesos y mejor cambie la plática porque la verdad no aguante seguir indagando más sobre la durísima vida que llevan estos nobles y valientes muchachos en este peligroso lugar, así que mejor les pregunté qué canción les gustaba más: acto seguido de su atril, que es una especie de tripie que usan los músicos para sostener el archivo musical o sea, las hojas con notas musicales, el joven le dio vuelta a sus notas musicales y me dijo, “ahí le va la que nos piden mucho”:
“…Tienes la fragancia de las flores del jardín, todas las mañanas brilla el sol gracias a ti,
hay tanta ternura dentro de tu corazón,
más fue tu inocencia lo que a mí me cautivó.
Y cada mañana va creciendo más mi amor,
y es por ti que la tristeza para siempre se marchó,
doy gracias al destino que te puso en mi camino niña de mi corazón…”
De inmediato supe que la canción se llama Niña de mi corazón, la interpreta una popular banda de Sinaloa llamada La Arrolladora, esta canción es un verdadero “hitazo”, la escuche decenas de veces en las estaciones de radio de ambos lados de la frontera.
Los hermanos cantaban con voz fina y educada y tocaban como verdaderos profesionales, haciéndome el fuerte, les di las gracias y me despedí deseándoles suerte, sin embargo, en silencio le pedí a Dios que los ayudara en la forma que fuera; avance la fila sin dejar de mirarlos por el espejo retrovisor mientras pensaba en muchas cosas, por ejemplo, pensé en que la historia de Toribio y Juvencia, es la historia de miles de jóvenes que viven en la calle, que no tienen oportunidad de estudiar, que no tienen un hogar ni familia, ni nadie que vea por ellos. En México hay cien mil niños que viven en la calle, según cifras del Departamento Integral de la Familia (DIF). Asimismo, según el Cuarto Informe de Labores 2010 de la Secretaría de Educación, en México, hay diez millones y medio de niños y jóvenes entre 6 y 24 años de edad que no estudian, lo cual es verdaderamente lamentable.
Unos metros adelante se me acercó la viejita que aparece en la foto, le di veinte pesos y no quise preguntarle nada de su vida, me dijo: “Dios lo bendiga”, “gracias señora”, le contesté con voz apagada y pensé de inmediato, “pero que Dios la bendiga más a usted y a todos lo que están aquí batallando para ganarse algo para sobrevivir”.
Lo que sucede en la frontera norte de México debe de servir de motivación a todos aquellos jóvenes que tienen la dicha de estudiar, de estar sanos, de tener un hogar y una familia, de tener un novio, novia y amigos que los aprecian y apoyan; los jóvenes en esta condición tienen que echarle muchas ganas, tienen que estudiar más, no deben faltar a clases, tienen que estudiar un segundo y un tercer idioma y cuando obtengan su título profesional, tienen que trabajar duro para construir un México mejor, un México que duela y lastime menos.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A61R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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