Por José Alberto Gaytán García*
En días pasados se celebró en el Palacio de Estocolmo, en la capital de Suecia, la ceremonia de entrega de los prestigiados Premios Nobel en su versión 2012. Dichos premios los otorga anualmente la Fundación Nobel desde 1901, en el aniversario de la muerte de su fundador Alfred Nobel, a los mejores científicos del mundo que se destacan por sus aportaciones en favor de la humanidad.
Ante la presencia de la familia real sueca y mandatarios de 21 países, los científicos galardonados recibieron de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, una medalla conmemorativa con la efigie de Nobel en oro verde de 24 quilates y un cheque de 10 millones de coronas suecas, equivalentes a un millón doscientos mil dólares. La cantidad señalada tiene el objetivo facilitar a los premiados el desarrollo de futuras investigaciones, ya que esos fueron los deseos de Alfred Nobel, inventor de la dinamita, quien para tal propósito heredó parte de la cuantiosa fortuna que obtuvo de las 90 fábricas de dinamita que abrió en 20 países. En el 2012, como sucede generalmente todos los años, investigadores de las mejores universidades del mundo “barrieron” con los premios Nobel; por ejemplo, el de Física lo ganaron Serge Haroche, científico francés del Colegio de Francia y el estadounidense David J. Wineland de la Universidad de Colorado, por desarrollar un método de experimentación que permite manipular partículas individuales cuánticas. Estos especialistas en física óptica trabajaron complejas interacciones entre la luz y la materia que permitirán el avance de una poderosa nueva era de la computación, la llamada computación cuántica. Asimismo, el trabajo de estos formidables físicos permitirá desarrollar relojes extremadamente precisos que servirán para crear un nuevo estándar de medición del tiempo, con relojes de ultra precisión cien veces superiores a los actuales relojes de celsio.
El de Química se lo llevaron Robert J. Lefkowitz, profesor de bioquímica de Duke University de Carolina del Norte y Brian K. Kobilka, profesor de fisiología molecular de la escuela de medicina de la Universidad de Stanford. Ambos científicos lograron el galardón por sus estudios sobre el funcionamiento interno de receptores de proteínas celulares que permitirán la producción de nuevas medicinas altamente eficaces y con menores efectos secundarios en tratamientos de enfermedades graves como el cáncer.
El Premio Nobel de Medicina fue otorgado al profesor John B. Gurdon del Instituto Gurdon en Cambridge, Reino Unido y a Shin’ya Yamanaka, profesor del Instituto Gladstone de San Francisco, California; dichos investigadores lograron crear células madre pluripotenciales capaces de ayudar a regenerar tejidos dañados del cerebro, corazón y otros órganos importantes del cuerpo humano.
Los estadunidenses Alvin E. Roth, profesor de la Universidad de Harvard y Lloyd S. Shapley, profesor de la Universidad de California, ganaron el Nobel de Economía por sus estudios matemáticos sobre los mercados económicos y la optimización de las asignaciones entre las leyes de la oferta y la demanda.
El Nobel de Literatura se lo llevó el escritor chino Mo Yan, por su obra que describe la complicada historia de su país y su apego a los paisajes de la China oriental
El Premio Nobel de la Paz fue entregado a la Unión Europea (UE), por los avances realizados en favor de la paz, la democracia y los derechos humanos en Europa.
¿Y México; como nos fue en el 2012?
Pues nos fue mal, no ganamos nada; pero y ¿porque no ganamos Nobels?, la respuesta es simple y cada año por estas fechas la repetimos: México no gana porque no invierte debidamente en ciencia y tecnología y no lo hacemos porque no tenemos una verdadera política de Estado que privilegie la investigación científica. Por eso, no tenemos laboratorios equipados, ni centros de investigación avanzada como los tienen Harvard, Stanford, Duke y demás universidades ganadoras de Premios Nobel.
Existen también otras razones que impiden que México sea una potencia científica. Por ejemplo, el “presupuesto” que se asigna a la mayoría de las universidades, tecnológicos e instituciones públicas de educación superior, solo alcanza para cubrir el pago de la nómina del personal que ahí labora. En el “presupuesto” de estas instituciones no existen plazas de investigadores, ni programas, ni incentivos económicos para promover verdaderas actividades de investigación entre nuestros profesores y alumnos. Así que no hay que ser un genio para entender porque no ganamos premios Nobel.
Es urgente que el nuevo Gobierno del presidente Peña Nieto invierta debidamente en ciencia y tecnología, la única vía para construir una sociedad de investigadores capaces de transformar a México en un país moderno y competitivo. FELIZ AÑO Y LOS MEJORES DESEOS PARA EL 2013.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A64R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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