Por José Alberto Gaytán García *
Aidan Dwyer, nació en Long Island, una isla de siete y medio millones de habitantes, ubicada en la zona metropolitana de New York. Aidan tiene 13 años de edad, estudia en la secundaria Northport Middle School.
Este afortunado estudiante, de la noche a la mañana se convirtió en una celebridad por un invento que diseñó para ganar un concurso de proyectos escolares. El proyecto lo desarrolló después de asistir con sus papás a una excursión a los bosques de Long Island; en ese lugar, el joven estudiante observó que la posición y orientación de las ramas de los árboles no eran al azar, sino que mantenían un mismo patrón. Después de horas de observación y ante el asombro de sus padres, Aidan concluyó que su hallazgo requería ser confirmado con secuencias y cálculos matemáticos. Al llegar a su casa, siguió estudiando el tema, hizo varios árboles con tubos de PVC, cuando estuvo seguro de que el secreto de su descubrimiento estaba en la posición de las ramas y hojas, hizo entonces un nuevo árbol, pero en lugar de ramas, le puso pequeños paneles solares; después, ordenó y secuencio las “ramas y las hojas”, aplicando el método matemático llamado Fibonacci; método llamado así en honor a Leonardo de Pisa, un famoso matemático italiano del siglo XIII, conocido como Fibonacci. El árbol de paneles solares de Aidan produce veinte por ciento más de energía solar que la alineación normal de paneles solares; en invierno, cuando hay condiciones bajas de energía solar, el rendimiento del árbol se incrementa hasta en un cincuenta por ciento.
El descubrimiento de Aidan provocó un feroz debate en los círculos científicos del mundo, ya que el niño se equivocó en los cálculos iniciales de potencia eléctrica y voltaje de su árbol. Al conocerse la noticia de su error, millones de personas de todo el mundo se dieron un “agarrón” en las redes sociales. Los que estaban a su favor, lo consideraron un gran científico y un ejemplo para la humanidad, restando importancia a su error. En cambio, sus detractores, lo consideraron desde un extraterrestre chiflado hasta un soberano tonto, calificativo que en México empieza con la letra “p” y termina con la “o”. Cabe destacar que entre los detractores estaban investigadores dolidos por la exhibida que les dio el niño ante el mundo entero, así como dueños de empresas de energía que estaban molestos por los millones de dólares gastados en sus proyectos de investigación sin haber ganado nada.
El joven Aidan, se puso más listo de lo que es, corrigió sus cálculos y se fue de inmediato a registrar su invento ante la famosa oficina de marcas y patentes de los Estados Unidos, por ser menor de edad, dicha oficina no tuvo más remedio que protegerlo y otorgarle una patente provisional. Este formidable descubrimiento le dio fama mundial y mucho dinero al niño de Long Island, por ejemplo, recientemente recibió el premio “Joven Naturalista” del Museo de Historia Natural de los Estados Unidos y fue invitado a inaugurar la Cumbre Mundial de Energía del futuro, celebrada hace días en Abu Dhabi.
Lo que sucedió en los bosques de Long Island, es una inspiradora lección para todos: “no hay edad ni condición para triunfar en la vida”.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A65R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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