La hija de la Ciencia: La Tecnología (segunda parte)

Por José Alberto Gaytán García*

En nuestro artículo anterior, comentábamos que la ciencia nacida en la antigüedad tuvo sus comienzos en la observación de cosas sencillas asociadas a fenómenos naturales como el día y la noche, las fases lunares, el nacer de las plantas, el ir y venir de los vientos, etc. En dicho artículo, señalábamos que el conocimiento alcanzado por nuestros primeros hombres de ciencia fue el resultado de cuidadosas observaciones fundamentadas en leyes de repetición que al correr de los siglos fueron confirmadas gracias a un paciente y ordenado trabajo de reflexión científica.

Explicábamos también que destacados pensadores y científicos coinciden en señalar que la ciencia se asemeja a un gigante mitológico en cuyos hombros lleva a cuestas a la civilización humana y que este gigante al alcanzar su etapa madura, ahora se llama ciencia moderna y que ésta ha dado a luz una hija que se llama “la tecnología.” Ahora bien, en tiempos modernos la hija de la ciencia ya no necesita siglos de cuidadosas observaciones para alcanzar nuevos descubrimientos, ya que al nacer trajo consigo nuevas ideas y poderosas herramientas que han substituido para siempre a los sextantes, brújulas, cartas de navegación, mapas, telescopios y demás instrumentos de investigación utilizados por nuestros sabios en la antigüedad.

También han cambiado para siempre las grandes ideas que sirvieron de base al desarrollo científico; conceptos como la teoría de la evolución, los movimientos de la tierra alrededor del sol, el psicoanálisis y hasta la misma radioactividad, han sido desplazados por nuevas ideas. En efecto, en el siglo XXI, los hombres de ciencia ya no hablan arameo o latín, ahora hablan un idioma diferente, el Windows Vista y realizan proyectos de investigación con nuevas herramientas llamadas la Internet, la multimedia, la inteligencia artificial, la genética y la genómica.

En la búsqueda de la verdad, hoy nuestros hombres de ciencia ya no caminan por los valles y veredas del Éufrates y del Nilo, tampoco suben a las colinas de la antigua Grecia para realizar trabajos de observación del cielo y las estrellas, como lo hizo en su tiempo el astrónomo y matemático griego Aristarco, uno de los primeros científicos que logró calcular el diámetro del sol y la posición correcta de las estrellas. Ahora, las cosas han cambiado mucho, pues gracias a la Internet, hoy nuestros científicos transitan por la vereda digital y unos buscan esa verdad en el Silicon Valley (Valle del Silicio), en el norte de California, base de las grandes multinacionales tecnológicas, como Cisco Systems, la firma más grande del mundo en redes de Internet, o Intel, el fabricante número uno en microprocesadores y Hewlett-Packard, el gigante de las computadoras. A este lugar se le conoce como el corazón tecnológico del planeta, ya que por kilómetro cuadrado, no hay otro sitio en el mundo con más millonarios, mentes creadoras y empresas de tecnología. Aquí se fabrican las supercomputadoras que saldrán al mercado en el año 2015 con capacidad para almacenar y procesar información miles de veces superior a la del ser humano, muchas de estas maquinas serán capaces de sostener diálogos normales con nosotros y serán también el cerebro en avanzadas formas de avance científico de otra de las portentosas ramas de la tecnología, la robótica.

En este sentido, los mapas, brújulas y cartas de navegación que utilizó el gran navegante Cristóbal Colón para descubrir un nuevo mundo en 1492 hoy sirven de poco o nada a nuestros científicos para guiarlos a encontrar nuevos mundos del conocimiento. Actualmente, esos nuevos descubrimientos se realizan en modernos laboratorios donde nuestros científicos siguen las tres mil millones de rutas que contiene un mapa llamado genético. El estudio de este mapa ha permitido a los científicos modernos descifrar los secretos de una molécula que tiene un nombre difícil de escribir y de pronunciar: ácido desoxirribonucleico, molécula conocida como ADN, la cual contiene el código secreto de la vida, el llamado genoma humano. Por cierto, del estudio del genoma humano nació una nueva disciplina científica que se llama la Genética, quizás la más poderosa de todas las herramientas del conocimiento que haya descubierto el ser humano, ya que la genética contiene los secretos para controlar y manipular la evolución de todas las especies vivientes, incluyendo la nuestra por supuesto.

tecnologia

Por increíble que parezca, quizás el reto más grande que vamos a enfrentar en el siglo XXI, no será el alcanzar descubrimientos de alta tecnología, pues ya los tenemos, el reto más bien será el uso que le vamos a dar a dichos descubrimientos. Por ejemplo, ¿quién en el orden internacional tendrá un tutor de respeto y de mano firme que pueda encargarse de la formación y buena conducta de la tecnología? No olvidemos que estamos frente a una “hija” que al primer descuido se porta muy mal para ser exacto. Esta “damita” ha querido clonar hasta seres humanos y se atrevió a crear enfermedades bacteriológicas con fines militares y peor aún, en el siglo pasado, cuando era aún una jovencita, la “nena” se atrevió a detonar dos bombas atómicas. Ante lo delicado del asunto, conviene reflexionar en el debate que tendrá uno de los grandes temas de la agenda internacional del tercer milenio: la conducta de la tecnología moderna.

jalbertogaytangarcia@gmail.com
A16R6/17

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Acerca del autor

José Alberto Gaytan
José Alberto Gaytan
José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.

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