Por José Alberto Gaytán García *
El mes pasado se celebró en Estocolmo, capital de Suecia, la ceremonia de entrega del prestigiado Premio Nobel que anualmente otorga la Fundación Nobel a los investigadores que se destacan por sus aportaciones científicas en favor de la humanidad. Cada uno de los galardonados recibió de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, la medalla conmemorativa y la cantidad de 1.1 millones de euros. Dicha suma tiene el objetivo de evitar preocupaciones económicas a los premiados y facilitarles el desarrollo de futuras Investigaciones, ya que esos fueron los deseos del químico sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita, quien para tal propósito heredó a la fundación que lleva su nombre parte de la cuantiosa fortuna que obtuvo con dicho descubrimiento.
Investigadores de las mejores universidades de los Estados Unidos “barrieron” con los premios de Física, Química, Medicina, Economía, etc. En los últimos cien años las universidades americanas se han llevado prácticamente todos los Nobel, la lista la encabeza Harvard con 28, Stanford 17, el Tecnológico de Massachusetts 15, Chicago 15, el Instituto de Tecnología de California 15, Berkeley 15, Columbia 12 y la Universidad de Princeton 12. Es tan marcado el dominio que tienen en este renglón las instituciones educativas de ese país, que en la lista de las 10 universidades que más han ganado estos galardones, 8 universidades son de los Estados Unidos.
El presidente de la Fundación Nobel, Marcus Storch, al pronunciar su discurso en la apertura de la ceremonia, señaló que el claro dominio estadounidense se debe a la alta competencia y desarrollo científico de sus centros de investigación.
¿Y México?
Esa es una buena pregunta, ¿Qué pasa con nuestro país? ¿Por qué no figuramos entre los primeros países que año tras año envían a sus orgullosos científicos a Estocolmo a recibir tan prestigiado premio? ¿Por qué no estamos ahí?, si fuimos el primer país en el continente americano en contar con una universidad, como fue la Real y Pontificia Universidad de México, también fuimos uno de los primeros países en el mundo que tuvo una imprenta (la Internet de la época), por qué entonces desde que se abrió la primera universidad, hace casi quinientos años, solo hemos ganado un premio en el área de ciencias, el de Química en 1995, del veracruzano Mario Molina, quien por cierto, realizó sus investigaciones en universidades de Alemania y de Estados Unidos, o sea que en estricto sentido, el Nobel no salió de laboratorios de universidades mexicanas. Los otros dos premios ganados por mexicanos fueron el de Octavio Paz en Literatura en 1990 y el Nobel de la Paz de Alfonso García Robles en 1982, ¡tres en total!, la respuesta entonces a los cuestionamientos anteriores es simple: no ganamos porque no invertimos en ciencia y tecnología. Sin laboratorios y sin presupuesto para desarrollar proyectos de investigación es imposible producir científicos que compitan con los investigadores de Harvard, Yale, Chicago, Cambridge, etc.
En estos días en nuestro país se vive un intenso debate entre diferentes sectores de la sociedad que reclaman al Gobierno un injusto recorte al “presupuesto” asignado al rubro de educación. Al respecto, encontré un ejemplo claro y por demás contundente del sentir de la sociedad ante tan importante tema, una señora de nombre María Franco de Cuajimalpa, D.F, escribió una carta al periódico Reforma reclamándole al Gobierno en los siguientes términos:
“¿Qué no ven la tele? ¿Qué no leen los diarios del mundo? ¿Qué no tienen asesores que les digan que los burros se quedan atrás? ¿Por qué se empeñan en seguir fomentado un país de técnicos de mano de obra barata? Cómo es posible que las primeras ideas sean las de hacer recortes a la educación y meter en cintura a los artesanos… Señores dense una vuelta por México, para que vean de que se trata, los preparatorianos no saben leer, los artesanos se mueren de hambre. La Educación es la base del crecimiento y el desarrollo ¿a poco no saben?
La carta de fecha 17 de diciembre, aparece publicada en la sección nacional Cartas del Lector. Cuánta razón tiene la autora de dicha carta, cuando señala que la educación es la base del crecimiento y del desarrollo; efectivamente, el país necesita urgentemente invertir con seriedad en el rubro de educación. El actual “presupuesto” que se asigna a la mayoría de las universidades, tecnológicos e instituciones públicas de educación superior, solo alcanza para cubrir el pago de la nómina del personal que ahí labora, y a veces ni para eso, ya que dicho recurso muchas veces no llega a tiempo. Todo eso tiene que cambiar, tenemos que diseñar un nuevo esquema de financiamiento que permita a nuestros centros educativos ser autosuficientes para que sin preocupaciones económicas desarrollen líneas de investigación de primer nivel científico y para que sus laboratorios sean semillero de Premios Nobel.
Por tales razones, necesitamos invertir en ciencia y tecnología, tenemos que construir una nueva sociedad de investigadores capaces de competir con los mejores científicos del mundo, pero tenemos que apresurarnos porque el mundo no nos va esperar, acuérdense que el tren tecnológico que va para Estocolmo a la ceremonia de los Nobel, partió sin nosotros hace varias décadas y la única manera de obtener un lugar en el próximo viaje, es invirtiendo con seriedad en el futuro de México, la educación.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A04R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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