Por José Alberto Gaytán García*
La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más cortos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes pero familias más chicas, mayores comodidades pero menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiada televisión y lo peor, oramos muy rara vez.
Hemos multiplicado nuestras posesiones pero hemos reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, pero amamos muy poco.
Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir la vida.
Añadimos años a nuestras vidas, pero no añadimos vida a nuestros años.
Hemos logrado ir a la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para saludar a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello, hemos hecho mejores cosas.
Hemos limpiado el aire, pero hemos contaminado nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no podemos conquistar nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a vivir de prisa pero no hemos aprendido a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla a gran velocidad, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.
Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla pero de carácter pequeño. Estos son tiempos de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día, hay dos ingresos en casa pero hay más divorcios en casa, tenemos casas más lujosas pero hogares más pobres. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, acostones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Estos son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Estos son tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta y tu elegir en compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.
Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán contigo siempre.
Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.
Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.
Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.
Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.
Date tiempo para amar, conversar y para compartir con tus seres queridos tus mejores sueños e ideas.
Y siempre recuerda:
La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos en que la vida nos quita el aliento”.
George Carlin
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A75R7/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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