Por José Alberto Gaytán García*
Conforme pasaban las semanas sin que la policía capturara a los asesinos de Egerton y de su novia Agnes Edwards, la controversia, especulaciones y críticas al Gobierno de Santa Anna seguían en todo su apogeo, a diario la gente y los periódicos de la capital del país se enfrascaban en tórridas discusiones y en apasionados comentarios editoriales sobre la identidad y motivos de los asesinos, por ejemplo, el Observador Judicial, periódico de línea oficialista o sea a favor del Gobierno, trataba a toda costa de calmar a la opinión pública al comentar que la responsabilidad del Gobierno de Santa Anna era mínima ya que los asesinos no estaban en Tacubaya sino en el extranjero, el Observador Judicial sostenía que se trataba de un crimen pasional cometido por un enamorado de la hermosa compañera del pintor Egerton, quien habría venido de Londres a cometer tan terrible venganza; el periódico le metía “más leña a la lumbre” al afirmar que si no fue un enamorado despechado, que entonces fueron los gringos, quienes estaban enojados porque el general Santa Anna tenía presos en la Ciudad de México a un grupo de expedicionarios tejanos que habían sido capturados cerca de Santa Fe, capital de la provincia de Nuevo México. Este grupo de aventureros comandados por el general Hugh McLeod del ejército americano, pretendían conquistar el vasto territorio de Nuevo México, al ser capturados en 1841 por las tropas mexicanas, Santa Anna los hizo traer a la capital del país con todo y general encadenados codo a codo y con grilletes en los pies; los “piratas tejanos” como les llamaba Santa Anna estaban presos en la cárcel de la ex Acordada y por órdenes suyas, todas las mañanas eran sacados encadenados a barrer las calles de la Ciudad de México.
El asunto no quedó en los cafés y periódicos sino que fue a dar hasta los pulpitos; el padre y fraile Agustino don Francisco González, al oficiar misa en la Catedral del país, se refirió a este asunto al señalar el riesgo natural que tienen todos los herejes de ser víctimas de las fuerzas del mal, como le pasó a Egerton y a la Edwards, quienes vivían en doble pecado debido a su relación adultera, lo que en opinión del padre González despertó la ira del Señor y que lo mismo les pasaría a los que siguieran su ejemplo, la advertencia del padre Agustino preocupó a más de un caballero de la clase política y adinerada que escuchaba la misa fingiendo “demencia” o ser ajeno a dicha advertencia.
De manera semejante hubo referencias al doble asesinato en los sermones de los templos e iglesias de la capital, como en la iglesia de Santa Catarina, en donde el cura del lugar, don Manuel Garrido, afirmó que el Señor había permitido que los mexicanos vieran como la herejía y la degeneración de costumbres fuera de la Santa Madre Iglesia Católica conducen a la muerte, comprobándose así, en su opinión, la falsedad del protestantismo y el triunfo de la verdadera religión católica. El comentario del cura Garrido tenía que ver con el hecho de que Egerton no era católico sino protestante y con el hecho de que se había separado de su esposa para vivir en México en unión libre con Agnes Edwards, como ya lo comentamos en artículos anteriores.
La verdad de las cosas es que nunca se esclareció este terrible hecho sangriento conocido como “el crimen del siglo”, de nada sirvieron las decenas de arrestos de gente inocente a quien la policía y militares de Santa Anna culparon injustamente, peor aún, de nada sirvió que el ejército ahorcara a decenas de “sospechosos” que nada tuvieron que ver con este asunto. El horrendo crimen se volvió una intriga internacional, varios funcionarios ingleses fueron detenidos pero tampoco sirvió su detención porque nunca hubo un detenido que sin presiones y sin torturas confesara ser el asesino de la pareja inglesa; la mayoría de los campesinos mexicanos que pagaron injustamente con su vida este trágico episodio, el único delito que en verdad cometieron, fue el ser pobres y vivir por el rumbo de Mixcoac, lugar del crimen.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A99R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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