Por José Alberto Gaytán García*
El 27 de abril de 1842, la capital del país se conmocionó al conocer la noticia del salvaje asesinato de un ciudadano inglés de nombre Daniel Thomas Egerton y de su compañera Agnes Edwards, la pareja de ciudadanos ingleses había salido, como acostumbraba hacerlo todas las tardes, a dar un tranquilo paseo por los jardines y caminos cercanos a su preciosa casa de campo, un antiguo monasterio que en el siglo XVIII perteneció a los Abades del convento de San Diego. La casa estaba ubicada en el antiguo pueblo Tacubaya, actualmente una populosa colonia del D.F., en un paraje conocido como Pila Vieja, la pareja fue atacada brutalmente a cuchilladas, la hermosa mujer de 20 años de edad fue violada y estrangulada cobardemente.
Cuando las autoridades encontraron los cuerpos de las víctimas se impactaron por la terrible escena sangrienta de tan inusual crimen, llamándoles la atención que el macerado cuerpo de Agnes Edwards tenia a la altura del pecho un pedazo de cartón con la inscripción o mensaje siguiente “Florencio Egerton. Casa de los Padres Abades. Tacubaya“. La sociedad mexicana se indignó más al enterarse por las noticias que la joven asesinada tenía siete meses de embarazo, que era muralista y que acababa de llegar a México invitada por su malogrado compañero, un noble inglés, artista y pintor, estimado en gran medida por la nobleza de Inglaterra y de Europa y por las altas esferas intelectuales de los Estados Unidos.
El terrible crimen rompió la tranquilidad del pueblo de Tacubaya, que en ese entonces estaba de moda porque la clase adinerada de México construía ahí sus casas de verano; estas casas o fincas se construían en medio de preciosas huertas de azaleas y buganvilias las que rodeaban bellas lomas de sabinos, cipreses, pirules y magueyes. También estaba de moda el pueblo de Tacubaya porque en el convento del ex Arzobispado, un edificio colonial parecido al Palacio Nacional, funcionaban temporalmente las oficinas del Gobierno de México, esto por órdenes del general Santa Anna, quien había establecido ahí su sexta administración presidencial, con base en el Plan de Tacubaya, un movimiento político que derrocó en 1841 al presidente Anastasio Bustamante.
La gente de la clase alta se asustó tanto por el asesinato comentado, que sin pensarlo dos veces, se mudó de regreso a la ruidosa capital de 200 mil habitantes, no sin antes criticar con dureza al presidente Santa Anna y a sus autoridades policíacas por no brindar la seguridad debida y por no haber atrapado a los responsables del brutal asesinato.
En las calles circulaban rumores de todo tipo, por ejemplo, la gente de las clases populares afirmaba que en el paraje de Pila Vieja, lugar del crimen, se aparecía “el chamuco” y que después de las ocho de la noche, se aparecía la pareja asesinada, la gente comentaba que había lugareños que juraban haberlos vistos caminado por los magueyales. Por su parte, la clase alta se quejaba de que la gente decente no podía vivir con seguridad en Tacabuya, los enemigos políticos del presidente Santa Anna exageraron este hecho policíaco para criticar duramente al Gobierno por supuestamente encubrir a los asesinos, quienes no aparecían por ningún lado.
El crimen de la pareja inglesa llegó en mal momento para el presidente Santa Anna quien tenía varios “fierros en la lumbre” por llamarle así a los problemas graves que perturbaban el sueño al famoso general veracruzano, por ejemplo, tenía “encima” al Gobierno de los Estados Unidos quien le presionaba para liberar a un grupo de ciudadanos norteamericanos que estaban arrestados en México por haber formado parte de la fracasada expedición tejana a Santa Fe, además tenía pendiente de resolver el incendio a la Aduana de Veracruz y para acabarla de amolar, ahora tenía muy pero muy molesto al Gobierno de Inglaterra quien exigía el esclarecimiento inmediato del asesinato del famoso pintor inglés y de su joven acompañante. Continuará…
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A95R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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