Por José Alberto Gaytán García*
Estimados lectores, la historia que a continuación les voy a comentar, es una historia verídica, dura, fascinante, seca, en el terreno de las emociones le parte el alma a la persona más valiente, por lo que su guión completo sería digno de envidia del más connotado cineasta de Hollywood. Cuando Francisco López Serrano tenía seis años de edad, murió su madre, posteriormente, se quedó sin padre y sin el hermano mayor que se encargaba de cuidarlo tanto a él como a su hermana Margarita. Padre e hijo se enlistaron en las fuerzas del general Francisco I. Madero y se fueron a pelear a la revolución, al hermano de 16 años de edad, lo mataron en los primeros combates cerca de su natal Monclova y su padre se perdió en la vorágine de la revolución ya que nunca regresó a casa y nunca más supieron de él.
Abatidos por la terrible pérdida de su querida mamá, papá y hermano mayor, Margarita, aún muy joven, casi una niña, le hizo la siguiente promesa: “No te apures Francisco, yo lucharé con todas mis fuerzas para que tu seas en la vida un hombre de bien”. Para cumplir tan difícil y pesada responsabilidad, Margarita aprendió taquigrafía y abrió una academia en Monclova donde daba clases a jovencitas que aspiraban a convertirse en empleadas en alguna dependencia del Gobierno.
Las ganancias de tan noble labor alcanzaron a duras penas para que Francisco terminara sus estudios de bachillerato y para comprar un boleto de tren de segunda clase a la Ciudad de México, lugar a donde debía dirigirse para ahora cumplir una promesa hecha a su hermana de estudiar la carrera de Leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México y convertirse en un gran abogado y sobre todo, en un hombre útil y de bien para México.
Sin nadie quien le ayudara, solo y sin dinero, Francisco López Serrano se enfrentó en la capital del país, a las adversidades más difíciles y a los enemigos más peligrosos que retrataban a la perfección el rostro malo de la condición humana. El hambre fue una de esas adversidades despiadadas que enfrentó el joven estudiante en su desigual lucha por llegar a ser un hombre útil y un hombre de bien. Todas las noches cuando luchaba por conciliar el sueño, se le presentaba el hambre para recordarle su grave situación económica, de esta forma, Francisco conoció la amarga sensación de vació y el dolor punzante que provoca en el estómago, pero más en el alma, el acostarse sin probar alimentos; todas las noches pensaba en soluciones para su difícil situación de falta de recursos para comer; toda clase de ideas y estrategias le daban vueltas en su cabeza. Las noches largas se hacían más largas y tristes, extrañaba y pensaba en muchas cosas, sobre todo en cosas de comer, por ejemplo, Francisco extrañaba su casita de Monclova y los dulces cuidados y sabios consejos de su querida hermana Margarita, al mismo tiempo, se le antojaban unos buenos tamalitos norteños, hechos en hoja de maíz, debidamente acompañados con un cafecito de olla, pensaba también en un abundante machacado de carne seca de la región, reforzado con una salsa quebrada en molcajete y sazonada con ajo, sin faltar las tortillitas de harina, como las que le hacia a mano su hermana Margarita en aquel comal que ponía a punto con leña de huisache.
Francisco decidió actuar y resolver en forma inmediata la falta de dinero, había que asegurar sus tres comidas diarias, por lo que tomó una de las decisiones más increíbles de su vida, tan increíble fue lo que hizo, que el resultado de dicha decisión le permitió comer por mucho tiempo en un palacio y no en un palacio cualquiera, sino en uno de los más famosos del México de aquel entonces. Por cierto, a la entrada de este lugar, cuyos inquilinos eran obviamente personajes famosos, había una placa con la siguiente inscripción: “En tus manos esta el entrar a este lugar, en las de Dios el salir”, era ni más ni menos, la penitenciaria de México, llamada el Palacio Negro de Lecumberri por las historias de horror y sufrimiento que se vivieron en su interior y porque el que entraba ahí difícilmente salía con vida.
En 1913 en una de las entradas de este lugar, mataron al presidente de México Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, en el episodio histórico conocido como la Decena Trágica, se le conoce así por un levantamiento armado que duró más o menos diez días y que culminó con la caída del gobierno de Madero y con la llegada al poder del general Victoriano Huerta. Cabe señalar que por seguir apasionadamente los ideales políticos de los hombres que mataron en dicho lugar, su padre y su hermano perdieron la vida años atrás en plena lucha revolucionaria. Las causas por la cuales Francisco López Serrano ingresó al penal de Lecumberri son el tema de nuestro próximo artículo.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A11R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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