Por Alberto Gaytán*
En la página 68 de la revista Forbes del 17 enero del 2011, aparece un artículo titulado “Gene Machine”, el cual describe los detalles de cómo Jonathan Rothberg, un experto en secuenciación genómica, inventó una formidable máquina llamada “Personal Genome Machine” (PGM), por sus siglas en inglés. Esta máquina del tamaño de una impresora normal es un potente decodificador de escritorio capaz de secuenciar o leer en menos de dos horas los 10 millones de letras que tiene el ADN humano. La PGM se vende en 50 mil dólares, es veinte veces más barata que los actuales equipos lentos, voluminosos y no muy confiables que existen en el fabuloso negocio de la secuenciación genética. Jonathan Rothberg ha hecho posible que hospitales, clínicas particulares, centros de investigación, universidades y cualquier persona pueda utilizar una de estas maravillas tecnológicas. De ahora en adelante, será normal guardar en una carpeta, memoria USB, CD o en el celular, datos del código genético de toda la familia. Dicha información será vital para que nuestro doctor nos diagnostique y recete la medicina exacta que cada uno de nosotros necesitará para curarnos de la próxima enfermedad que nos ataque.
En este sentido, el futuro nos alcanzó porque la PGM hizo realidad el sueño anhelado por la ciencia médica de un día aplicar la medicina personalizada. Ahora, la información proporcionada por esta máquina genética será la diferencia entre la vida y la muerte cuando se trate de cáncer y de enfermedades graves que hasta ahora no tienen tratamiento en base a nuestro código genético. En efecto, la medicina actual se basa en la experiencia para diagnosticar y tratar las enfermedades. Es decir, que nuestros médicos recetan la misma medicina a todas las personas que sufren la misma enfermedad y no en base a la información genética de cada persona.
Según la revista Forbes, la repercusión de esta innovación tecnológica será mayor al impacto que provocó el lanzamiento de las computadoras personales. Forbes estima que la PGM desarrollará un mercado de 100 billones de dólares anuales, ya que sus aplicaciones revolucionarán los sectores de salud, alimentos, energía y productos de consumo individual.
Jonathan Rothberg nació en New Haven, Connecticut, tiene 47 años de edad, estudió una maestría en Ingeniería Biomédica en Carnegie Mellon University, el doctorado en Biología lo hizo en Yale University, es dueño de cuatro compañías de biotecnología y genética: CuraGen, 454 Life Sciences, Ion Torrent y RainDance Technologies. Este admirable científico se volvió multimillonario (en dólares) con su máquina PGM, para lograrlo, investigó veinte años los secretos de los cromosomas y del lenguaje bioquímico del ADN; cuando descifró dichos secretos, Rothberg buscó el camino correcto para trasladar ese lenguaje genético al lenguaje binario que utilizan o entienden las computadoras, para ello, desarrolló el “Ion Torrent Chip”, un potentísimo semiconductor que hizo posible la unión entre los dos mundos que estudió Rothberg, el de la genética y el binario, con esa valiosa información inventó y patentó la maquina PGM.
El éxito alcanzado por éste gran científico, emociona y causa admiración y nos da pie para soñar en un México donde exista una política de Estado que apoye por encima de todas las cosas a la investigación científica, cuando eso sea realidad, los apellidos de los investigadores que asombraran al mundo de la ciencia serán González, Hernández, García, Sosa y Durán, etc.
jalbertogaytangarcia@gmail.com
A79R6/17
Acerca del autor
- José Alberto Gaytán García ha escrito artículos y ensayos de corte académico en diarios y revistas de México y de los Estados Unidos; ha participado en importantes proyectos académicos e impartido conferencias sobre temas de historia, tecnología y educación en el marco de las relaciones entre México y los Estados Unidos, tema en el cual realizó sus estudios de doctorado en The Graduate School of Internacional Studies de la Universidad de Miami.
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